Hablemos del envejecimiento…
Envejecer no es algo que ocurre de un día para otro, no es que nos despertamos un día y ya somos viejos; sino que es un largo proceso que inicia desde el día en que nacemos, cuyos signos se dejan ver predominantemente a los 30 años y culmina con el día en que morimos. Al pasar el tiempo, y dependiendo de todas las agresiones o bondades que le hayamos provocado a nuestro cuerpo, éste genera ciertas respuestas, lo cual hace que el envejecimiento de cada ser humano sea totalmente único e irrepetible y, podría considerarse que, en cierta medida, cada uno es responsable del suyo. Esto es lo que se conoce como “acumulación de daño”.
A lo largo de toda la vida, la alimentación que recibamos, el ejercicio físico que realicemos, la genética, el abuso o no de drogas ilícitas o lícitas, la contaminación de nuestro ambiente, la educación que recibamos, el lugar dónde trabajamos e inclusive el status económico, entre otros factores, van generando que nuestro organismo desarrolle lo que conocemos como RESERVA FISIOLÓGICA, que sería como el “ahorro” que acumulamos en nuestro cuerpo para que esté listo para las agresiones o estrés al que será sometido en momentos inesperados.
La gerontofobia es una aversión obsesiva hacia la propia vejez o rechazar la idea de envejecer. Actualmente, sólo se habla de antienvejecimiento (“anti-aging”), pero lo cierto es que éste es proceso natural, que hagamos lo que hagamos no podremos interrumpirlo. Y más aún, si los médicos nos esforzamos por alargar la vida y todos deseamos tenerla, todo esto debe ir acompañado de medidas preventivas, de manera que nuestro organismo envejezca saludablemente y podamos lograr no sólo vivir más, sino también vivir mejor.
La mayoría de las personas piensan que el envejecer es producto del simple paso del tiempo, el cual va estropeando las estructuras del cuerpo y las funciones de los seres vivos. Sin embargo, asumir que el envejecimiento es debido al desgaste del paso del tiempo y es tan irremediable como él, es cometer la falacia de comparar un organismo vivo con una maquinaria inorgánica, es pensar que somos como una chatarra vieja desgastada que hay que desechar. Los organismos vivientes, a diferencia de las máquinas, tienen la característica fundamental de repararse y renovarse a sí mismos constantemente. Cada día que pasa, nuestras células se renuevan, de manera que las células con las que contamos en este momento, no necesariamente tienen la misma edad que nosotros mismos; algunos tejidos lo hacen más lentamente que otros. Y este constante “rejuvenecimiento” ocurre en respuesta al uso de dichas células, que requieren reparación por su uso constante. Tal es el caso del músculo. Se ha demostrado que las células musculares son capaces de regenerarse rápida y efectivamente, mientras exista estímulo en ellas. Mientras mayor es el ejercicio físico que realicemos, mayor será el estímulo, mayor la regeneración y menor la pérdida de masa muscular.
El envejecimiento no debería ser asociado con términos como: inutilidad, enfermedad, limitación, resignación, improductividad; ya que, estudios han demostrado que el pobre estado de salud, discapacidad y dependencia no tiene por qué ser una consecuencia inevitable del envejecimiento.
Cada paso en nuestras vidas debemos tomarlo positivamente y prepararnos para vivirlo entusiastamente, exitosamente y saludablemente. Vivir más es un regalo de Dios, vivir mejor está en nuestras manos; pero esta es una tarea que deberá iniciarse tempranamente y mañana es tarde.