Propósito para el 2017: ¡Perder peso!
Laura Turner
Nutricionista
Probablemente este es uno de los propósitos que nos hacemos con cada año que inicia y el cual no cumplimos al finalizar el año. Con mucho entusiasmo pensamos en que queremos vernos mejor, ya sea para alguna ocasión especial, el verano, carnavales, o que simplemente queramos llevar un estilo de vida más saludable.
Toda esta emoción queda siendo un “sueño sin propósito” si no se trabaja como una meta. Antes de iniciar cualquier plan de alimentación debemos plantearnos las siguientes preguntas: ¿Qué quiero lograr perdiendo peso?, ¿Qué dejo de ser si bajo de peso y en qué me convierto con un peso nuevo?, ¿Cómo lo voy a lograr?, ¿En cuánto tiempo lo voy a hacer?, ¿Qué necesito para hacerlo?, ¿Es realmente mi meta alcanzable?
Una de las primeras cosas que debemos trabajar son nuestros hábitos. Es posible que nos planteemos perder 20, 30 o 40 libras en un mes, dejando de comer dulces, eliminando las sodas o bebidas azucaradas, evitando comer frituras, comiendo más frutas y vegetales (aunque no nos gusten), tomando 2 litros de agua al día, haciendo ejercicios por más de 30 minutos diarios todos los días de la semana… pero... ¿Todo esto se puede alcanzar en un mes o dos? ¿En realidad podemos romper con costumbres de toda una vida en un mes y mantenerlas a través del tiempo? Seamos realistas: es poco probable que alcancemos nuestro propósito si lo planteamos de esta manera.
Los hábitos se hacen naturales después de 21 días, entonces, revisemos nuevamente nuestros objetivos y reformulemos cómo lo vamos a lograr. Es sabido que para alcanzar una meta, nuestros objetivos deben ser realizables (alcanzables con relativa facilidad y claridad). Si sabemos que nuestro aumento de peso se debió a que comemos en exceso, vamos a deconstruir esos excesos. Propongámonos entonces cambiar un (1) hábito cada mes. En enero puede ser: dejar de comer dulces. Enfoquémonos solo en ese aspecto. Una vez practicado por 21 días, añadamos otro más, por ejemplo: tomar 2 litros de agua al día. Planifiquemos entonces cómo lo vamos a hacer. Tal vez necesitemos llevar una botella de agua a nuestro lugar de trabajo o añadir un recordatorio al celular de tomar agua cada hora o dos (inclusive hay aplicaciones exclusivas para este fin). Si no tenemos el hábito de tomar agua y no nos resulta atractivo, con unas gotitas de jugo de limón o unas rodajas de piña dentro del agua añadiremos sutilmente sabor y así nos provocará más tomarla. Luego, incorporemos la actividad física. Si sabemos que podemos caminar 30 minutos, comencemos por 15. Si tenemos tiempo para caminar 5 veces a la semana, hagámoslo 3. Una vez incorporado como hábito, aumentemos el tiempo y hagámoslo más retador.
Con respecto a las sodas y bebidas azucaradas, si todos los días tenemos el hábito de tomar alguna con cada comida, reduzcamos la cantidad por día. Igualmente hacemos con las frituras. Las vamos espaciando de un consumo diario, a 2 veces por semana, a una vez a la quincena, hasta lograr consumir menos de 1 por mes.
Aumentar el consumo de frutas y vegetales no es tan difícil como pensamos. Nuestros hábitos son aprendidos y una buena resolución es reaprender a disfrutarlos. Tienen poco contenido calórico, aportan fibra, vitaminas y minerales y son maravillosos snacks o aperitivos para consumir entre comidas. Consumiendo una fruta al día y al menos 1 ensalada, es un buen comienzo. Debemos con el tiempo llegar a consumir 3 porciones de fruta y 2 porciones de vegetales al día.
Y así, vamos incorporando cada uno de los elementos que provocaron que ganáramos más peso de manera estructurada y antes de que finalice el año, habremos perdido todo el peso en exceso y cambiado nuestro estilo de vida de manera permanente.